lunes, 12 de diciembre de 2011

MÁS ESPINAS


Ya sé que esta es muy parecida a la última historia, pero no he podido resistirme. Resulta que hay evidencias científicas de que a los machos el sexo les afecta al cerebro, y que ese mismo mecanismo determina si las hembras están receptivas o no.
Recientemente, Shinji Tsukahara y colaboradores, de la Universidad Saitama de Japón, compararon los cerebros de ratas macho que nunca habían experimentado el sexo con aquellos de otras que si lo habían hecho, y encontraron que ciertas estructuras neuronales (espinas del núcleo arcuato del hipotalámo) aparecían en menor cantidad en las ratas más experimentadas. Los científicos creen que la pérdida de estas estructuras tiene que ver con cambios hormonales causados tanto por la presencia de hembras como por señales desde el pene (a ver si lo de que cerebro y pene son intercambiables en los machos de los mamíferos va a ser verdad.... ). Parece ser que estas espinas ayudan a los ratones novatos a identificar una pareja adecuada, así que una vez que ya saben lo que hacen, pues no las necesitan más. 

Pero es que estas estructuras también forman parte del cerebro de las hembras. En otro estudio, Paul Micevych y sus colaboradores, de la Universidad de California, Los Ángeles, descubrieron que las espinas se activaban con las hormonas que controlan el ciclo reproductor y la receptividad de las hembras. Aquellas que recibían la dosis de hormonas (estradiol) correcta tenían un mayor número de espinas cerebrales y eran sexualmente receptivas cuando se les acercaban los machos en un 80% de las ocasiones. Si se bloqueaba la formación de estas espinas, las ratas hembras evitaban el contacto sexual, una suerte de "dolor de cabeza" estructural - por lo que concluyeron que la formación de estas estructuras es vital para la iniciación del comportamiento sexual en las hembras (de rata, al menos).
Aún no está claro si estos descubrimientos son extrapolables a humanos, pero parece que, al menos en las ratas, lo que a uno le sobra a otra le falta... Tenemos las mismas espinas, respondemos a los mismos mecanismos, somos iguales...pero hasta biológicamente nos llevamos la contraria, por fastidiar.
Igual en un futuro se pone de moda entre los hombres conquistar a las mujeres con un ramo de rosas...eso si, ¡con espinas!
Fuente: Jessica Hamzelou , New Scientist, 12 Diciembre 2011, http://www.newscientist.com

viernes, 18 de noviembre de 2011

HABLEMOS DE "ESO"


A veces se nos olvida que somos animales. Notad que he omitido el "mas que" típico de frases como esta (no somos mas que animales), porque no creo que ningún animal sea superior o inferior. Si bien unos animales somos más iguales que otros (como diría George Orwell), y no podemos obviar que tenemos más en común con otros mamíferos que con las amebas (¡cómo me gustan las amebas, sirven de ejemplo pa tó!).

Es curioso, pero resulta que aunque tengamos claro qué rasgos físicos nos hacen humanos (Homo sapiens), e incluso qué tipo de reacciones químicas y eléctricas definen a nuestra especie (en general, eh, que los hay muy "setas"..), se sabe relativamente poco de la base genética de estos rasgos. Es decir, qué instrucciones - codificadas por nuestro ADN- que se seleccionaron en respuesta a las condiciones ambientales que experimentaron nuestros antepasados, son realmente las que nos definen como especie.

En busca de una respuesta, Cory McLean y colaboradores (Universidad de Standford y Pennsylvania State University) publicaron hace unos meses un artículo muy interesante en el que comparaban el genoma humano con el de  chimpancés y macacos. No soy experta en genética, así que el método me ha llamado la atención: buscaban secciones de ADN común entre macacos y chimpancés que se hubieran borrado en humanos. Encontraron unas 500 regiones del genoma que se habían conservado entre el genoma de chimpancés y otros primates, pero que sorprendentemente no se encontraron en el genoma humano. Obviamente, todos esos trocitos de ADN codificaban algo, algunas conexiones nerviosas, receptores de hormonas….. y algo que me resultó llamativo: por culpa de la falta de un receptor de testosterona hemos perdido las espinas del pene (bueno, yo no, los machos de nuestra especie).

Resulta que los machos de muchas especies de mamíferos tienen unas pequeñas espinas de keratina en la cabeza del pene (como pequeñas uñitas). Se cree que estas espinas pueden tener varias funciones: amplificar el estímulo del macho o la hembra para copular (como si los machos lo necesitaran…); contribución a que queden "enganchados"; desplazar el esperma competidor que ya se encontrara dentro de la vagina de la hembra (qué pendones…); o "inducir respuestas en las hembras que reduzcan la receptividad sexual y por lo tanto la probabilidad de aparearse con varios machos" (glups, no quiero ni pensar qué tipo de respuestas son esas..).

Parece que la pérdida de las espinas en los penes de nuestros machos por un lado contribuye a la liberación (literal) de la mujer (ahora se queda con el esperma que mejor nade, sin interferencias); y además puede que haya ayudado a alargar el tiempo del coito en nuestra especie (bendita "goma de borrar" genética) comparado, por ejemplo, con el de los chimpancés. También sugieren que esto puede estar ligado a costumbres monógamas y el cuidado parental por los dos sexos en la especie (si ya… ¿mono-qué?).

Así que ya sabéis, lo que nos hace humanos puede no ser obvio, y creo que las hembras de la especie hemos salido ganando en este "pequeño" detalle. Ya no nos "enganchan"; nos fecunda el mejor postor; y se creen que seremos monógamas.... Igual al final resulta que el creacionismo es verdad y que Dios era mujer... ;-)

Fuente: McLean et al. (2011) Human-specific loss of regulatory DNA and the evolution of human-specific traits. Nature 471 (7337) 216-219

martes, 8 de noviembre de 2011

STATISTICS HELL


Buf, esta última semana he tenido problemas con la conexión a Internet y por momentos ha sido un infierno… Sin embargo hoy no quiero aburriros con las vicisitudes de mi línea-caracol. Tanta pelea con la tecnología me ha hecho reflexionar sobre como a veces las cosas que se supone te tienen que solucionar la vida resulta que te la complican mucho más (e.j. el abre-fácil, los tapones de rosca de la leche...); y te pueden causar más incertidumbre, estrés, e incluso miedo, de lo que pretendían curar desde un principio.

Un buen ejemplo de esto es la estadística. Quizás algunos no me comprendáis, pero a mi la estadística siempre me había dado pánico. Se supone que es una herramienta indispensable para cualquier científico, una herramienta útil que nos ayuda a creernos los resultados que obtenemos, a tener más seguridad en ellos y a convencer a nuestros colegas de que lo que reportamos no es sólo fruto del azar…. Ya… pero cuando veía un p < 0.001, o un F27,103 , o las palabras "homocedasticidad" o "ordenación" me entraban los sudores. Por suerte he pasado esa etapa y, con la inestimable ayuda de mi amigo Luis Cayuela, he aprendido mucho, avanzado mucho e incluso puedo decir que le he cogido cariño a la letra "p", las ecuaciones, y a palabras como "randomización" o "Akaike"....

Pero antes de Luis, los comienzos fueron duros. Tras muchos años de pánico, de aprobar exámenes de estadística si saber muy bien cómo, de leer artículos saltándome por completo la parte de los análisis estadísticos (y con ellos los resultados, la verdad…), llegó el día en que ya no tuve más remedio que afrontar la realidad. Estaba de estancia en Groningen (Holanda) y me tocaba analizar e interpretar unos datos que ni siquiera había cogido yo, y así, a pelo, me lanzaron una hoja de Excel aterradora al regazo virtual de mi ordenador… ¡y pretendían que yo sacara algo en claro! Y entonces ocurrió algo, una especie de epifanía en mi limitado mundo matemático… Como no sabía manejar el programa y me vieron bastante pez, me prestaron un libro "Discovering Statistics Using SPSS", de Andy Field.

¡Por primera vez en mi vida me enteraba de lo que ponía en un libro de estadística! No sólo me explicaba cómo utilizar el programa, sino también contaba, de manera muy sencilla y con mucho sentido del humor (¡sentido del humor en un libro de estadística!) el por qué de cada paso que se daba, cómo interpretar los resultados y "advertía" cuando algunas de las matemáticas subyacentes eran difíciles y engorrosas…. ¡y te decía cuándo te las podías saltar! Este hombre se convirtió en mi héroe…. Y aunque es verdad que cuando realmente he aprendido a dominar (algo) la estadística ha sido al enfrentarme a problemas concretos que tenía que resolver, utilizar ese libro fue el primer granito de arena para desembarazarme de mis miedos y entrar en un nuevo mundo en el que no sólo empezaba a entender, sino a apreciar lo extraordinariamente útil y esclarecedora que podía ser (ojo, sin ser la verdad absoluta, que para eso somos científicos).

Y da la casualidad de que hace poco, buscando precisamente una solución estadística a un problema, me topé con su página web: STATISTICS HELL
(http://www.discoveringstatistics.com). El tipo ha resultado ser de lo más curioso, un catedrático de Psicopatología Infantil atípico, desde luego....

Aquí van un par de extractos de su web traducidos, para que veáis cómo se las gasta:

"Odias la estadística. Aborreces las matemáticas, te meas encima a la mínima mención de la esfericidad. A la gente normal le encantan estas cosas, pero tú, barril de flemas numero-fóbico, estás aterrado. Temiendo por tu vida sin sentido te lanzas patéticamente a internet buscando ayuda. Un extraño relámpago de electricidad llega a tu casa enviando una descarga a través de tu computadora. Saltan chispas como tentáculos de la pantalla, fusionándose con tu cara y absorbiendo tu cabeza y cuerpo hacia una espiral de números que es el Infierno Estadístico. Tu crimen es cagarte en los pantalones cuando se menciona un test de la t, tu castigo una eternidad en el infierno de la estadística. Yo soy el carcelero, el malvado amo de este mundo de números. Aunque los primeros que dan sus temblorosos pasos por este mundo de ecuaciones pudieran confundirme con un humano lleno de empatía y compasión, bajo la piel soy números sin alma."
[..]
"He escrito algunos libros. Puede que ya hayas comprado alguno de ellos, o quizás tengas mejores cosas en las que gastar el dinero, puede que te hayan gustado, o que hayas tirado el dinero a la basura, o puede que seas un Dragón de Komodo bailando ballet. ¿Quién sabe?…."

Por increíble que parezca, esta manera de escribir la mantiene en sus libros: el humor, la excentricidad y las anécdotas ayudan a Andy Field a trasmitir ideas y conceptos estadísticos, yo creo que con bastante eficacia; sobre todo para atemorizados principiantes. Si os interesa (si lo necesitáis, aunque no os guste reconocerlo), os animo a entrar en su página (la parte de "Evil Familiar" en Life es buenísima, especialmente para los amantes de los gatos), a leer sus libros, y a dejar que os ayude a sumergiros en un nuevo mundo y tenerle un poquito menos de miedo a la estadística.

lunes, 24 de octubre de 2011

GANAS DE...


No he podido resistirlo… Ayer estaba escuchando la radio y lo contaron, y hoy HE TENIDO que mirarlo…. Los que hayáis hecho un viaje en coche/avión medio largo conmigo lo entenderéis….

No sé si habéis oído hablar de IMPROBABLE RESEARCH. Es una organización de científicos que recopila (y a veces lleva a cabo) información sobre investigaciones absurdas o divertidas. En sus propias palabras (sacadas de su página web), su objetivo es "hacer que la gente se ría, hacer que piensen". También despertar la curiosidad de la gente y que se hagan preguntas sobre la verdadera importancia de las cosas.

Bueno, pues esta organización concede todos los años los premios IgNobel (igual esto os suena más), que son parecidos a los premios Nobel, pero se conceden a investigadores y creadores que han producido resultados inusuales, imaginativos o graciosos. Podéis obtener más información en la web: http://www.improbable.com/ig/

Y llego a la razón de este post: el premio IgNOBEL de MEDICINA de este año. ¡Ya era hora de que alguien se fijara en las personas meonas! El ganador fue un equipo de investigadores de varios países (Holanda, Reino Unido, Bélgica, EEUU y Australia), que demostraron que la capacidad para tomar decisiones de una persona se ve alterada cuando tiene muchas ganas de hacer pis!! Lo mejor es que parece ser que cuando estás en ese estado, retorciendo las piernas y alejándote el cinturón de la barriga (si vas en coche), eres capaz de tomar mejores decisiones sobre ciertas cosas (sobre si eso que se ve a lo lejos es una gasolinera), y peores sobre otras…..(decides parar en la primera gasolinera que haya, independientemente del nivel de limpieza que tenga)…. Por un lado, tener muchas ganas de hacer pis empeora la capacidad de atención y la memoria de trabajo (claro, estás pendiente de aguantar y no te acuerdas de nada más…), pero no la capacidad psicomotora (estás con los músculos como un resorte para salir corriendo en cuanto pare el coche!). 

Por otro lado también parece ser que mientras estás aguantando como un campeón(a) es un buen momento para tomar decisiones importantes, pues eres capaz de ver las recompensas a largo plazo de una cuestión (claro, estás pensando en la recompensa a corto plazo de encontrar un baño!). Parece que cuando tienes la vejiga llena tomas mejores decisiones (!), eres menos impulsivo. Así que ya sabéis, cuando tengáis que tomar una decisión importante, ya no vale eso de esperar unos segundo y tomar aire…. ¡lo mejor es tomarse una cerveza y esperar a que haga efecto!

(Los artículos en cuestión se titulaban: “Efectos de un incremento agudo en las ganas de ir a hacer pis sobre la función cognitiva en adultos sanos" (Neurology and Urodynamics 30 (1): 183-7); "Efectos de contagio de la inhibición: una gran urgencia por orinar facilita el control de los impulsos en otros ámbitos" ,Psychological Science, (5): 627-633)

Y como esos hay unos cuantos más. Aquí añado 2 que a mi me han hecho gracia, pero os animo a mirar la página y a que veáis los otros premiados este año (los de matemáticas y paz son muy buenos también) y de anteriores ediciones.
FISIOLOGÍA: lo ha ganado un grupo formado por gente de varios países europeos que firman un estudio titulado: "No hay evidencias de que el bostezo sea contagioso en la tortuga de patas rojas" (Current Zoology, 57 (4) 477-84). Lo mejor no es que se les ocurriera elegir tortugas para intentar descubrir por qué el bostezo es contagioso (claro, como van tan despacio debieron pensar que se aburren por el camino….). Parece ser que usaron una tortuga "modelo" que fue entrenada para bostezar cuando se le presentaba con un "estímulo en forma de cuadrado rojo" - ?????? - ¿como demonios consiguieron eso? ¡Menudo logro! Y, ¿por qué un cuadrado rojo? No sé, pero tiene que ser un punto que te paguen por mirar a una tortuga bostezar…

El de FÍSICA también es muy bueno. Investigadores franceses y holandeses discuten por qué los lanzadores de disco se marean después de lanzar…. pero los lanzadores de martillo no!! Parece ser que el tipo de giros que se hacen al lanzar el martillo facilitan que se mantengan las referencias visuales al girar, mientras que la técnica utilizada para lanzar el disco aumenta la probabilidad de experimentar una aceleración de Coriolis en la cabeza que provocaría el mareo…. Yo me mareo de pensarlo… ¿por qué es el disco entonces una disciplina olímpica? ¿por qué no lanzan todos martillos y ya está? ¿y por qué se le llama martillo a una pelota enganchada a una cadena? ¿les vendría bien a los lanzadores de disco tomarse una cerveza antes de lanzar y hacerlo con la vejiga llena?
(“Las nauseas en los lanzadores de disco están relacionadas con el mareo generado cuando giran”. Acta Oto-laryngologica, 120 (3): 390–5)

martes, 18 de octubre de 2011

SLOW FOOD



Hoy me pongo el sombrero filosófico un rato a colación de un anuncio que me ha pasado un lector del blog (J.V. de Lucio, profesor de Ecología en la UAH).
El próximo martes 25 de Octubre, a las 12:00, Carlo Petrini, fundador del movimiento Slow Food pronunciará una conferencia sobre “Nuevas generaciones en los campos y la nueva política agraria de la UE 2014-2020”. En el Salón de Actos del Jardín Botánico Juan Carlos I de la Universidad de Alcalá (en el campus)
Lo primero que pensé fue : ¿el jardín botánico tiene salón de actos?
Lo segundo: ¡valiente rollo de título para la conferencia! (lo siento, pero es verdad…)
Pero luego me acordé de que me sonaba lo del movimiento Slow Food y me puse a indagar. La filosofía del movimiento se basa en el retorno a la alimentación y los sabores tradicionales, e intenta recobrar no sólo la ética y la sostenibilidad con respecto a la gastronomía, sino también el placer del sabor de los alimentos y el aspecto cultural. Como lo del sabor es cuestión de gustos, reconozco que lo que más me interesa es que abogan por una producción de alimentos que no dañe el medio ambiente, o el bienestar de los animales, o nuestra salud…. Y es que, al margen de las consabidas consideraciones medioambientales (uso de pesticidas, fertilizantes, etc.) y éticas (bienestar animal, precios justos para los productores…)…  ¿cuántos os fijáis en la cantidad de aditivos que lleva cualquier producto de alimentación? ¿sabemos realmente qué comemos?
Yo si me fijo, y os digo que es bastante difícil encontrar materias primas que no tengan algo más de lo que se supone que son. Por ejemplo: carne picada. Tendría que ser carne (de vaca, pollo o sus padres, lo que queráis), y estar picada. Y ya está. Pues no…. Leed, leed las etiquetas y a ver si sois capaces de encontrar una que no tenga nada más que carne… Lo digo, en plan visceral eh, pero a mí me da que eso no puede ser bueno…
A parte de ser un engorro porque tardas 3 horas en hacer la compra, leer las etiquetas me provoca una inquietud considerable… ¿realmente hace falta echarle tanta porquería a la comida? (y que conste que soy consciente de que en algunos casos los famosos números E- sólo son otra manera de denominar cosas simples como el ácido cítrico) ¿realmente hace falta traer manzanas desde la otra punta del mundo? ¿cómo puede la caballa costar sólo 2.95€ el kilo? Me parece un precio bajísimo para lo que cuesta ser pescador, y lo que le cuesta al mar criar una caballa… tantos pececillos, moluscos y crustáceos que se come cada pez, ¿y eso es lo que valen? ¿Y los madrugones de los pescadores, y el peligro…? ¿de verdad no podemos permitirnos pagar un poco más? ¿no creéis que deberíamos preocuparnos un poco más por la procedencia y el procesado de lo que comemos? ¿qué tipo de moléculas básicas para la construcción de nuevos tejidos estamos aportando a nuestro cuerpo si elegimos el pollo más barato (alimentado con vete tú a saber qué), el yogur con más colorantes y las galletas con aglutinante indeterminado?
En fin, ahí os dejo esas reflexiones. Iré a la conferencia la semana que viene, a ver si no le hace honor al título ;-) – y espero no salir demasiado deprimida, sino con propuestas e ideas para que nos alimentemos mejor y la comida le siente bien también al Pepito Grillo de nuestra conciencia. Ya os contaré.

viernes, 14 de octubre de 2011

MIRARSE EL OMBLIGO….

Hace un par de semanas estuve en el congreso de la EEF (European Ecological Federation), AEET (Asociación Española de Ecología Terrestre) y SPECO (Sociedad Portuguesa de Ecología) en Ávila. Fue un congreso genial, con comunicaciones muy interesantes y un nivel científico altísimo. Además puede reencontrarme con un montón de compañeros y amigos, así que lo pasé fenomenal.

Sin embargo hubo una charla que, para mi, eclipsó a las demás. Tuve el placer de ver a Rob Dunn, de la North Carolina State University, que nos habló sobre biodiversidad "doméstica" y en especial, sobre la espectacular BIODIVERSIDAD DE LOS OMBLIGOS.

Durante la charla nos contó que han detectado más de 1400 especies de bacterias viviendo en los ombligos de la gente, aunque el 80% de las células bacterianas que se encuentran lo "monopolizan" unas 23 especies. Estas especies más frecuentes suelen ser las mismas para todos, y algunas eran totalmente desconocidas para la ciencia hasta que sus generosos "hospedadores" decidieron frotar un bastoncillo por su ombligo y dejar que cultiven lo que se quedó pegado en él.

Los ombligos son ideales para estudiar nuestra biodiversidad "intrínseca" por varias razones: para empezar, casi nadie quiere participar si les pides muestras del sobaco, u otras zonas recónditas de nuestro cuerpo. Además, los ombligos son zonas relativamente aisladas, y todo el mundo tiene uno: es lo que nos conecta con nuestro pasado. Sin embargo, ¿cuántas veces pensamos en nuestro ombligo a lo largo del día? Las bacterias de nuestros ombligos están bien protegidas porque la gente se suele olvidar de lavarlos, los ombligos son un refugio para ellas. Según Dunn:

"Trabajar con ombligos es como trabajar en una reserva natural… son sitios poco perturbados y en ellos se encuentra un gran número de especies!"

Rob Dunn y su grupo trabajan intensamente para responder a muchas preguntas sobre los microbios que habitan nuestros cuerpos: cuántas especies son y qué factores controlan su número y composición, si los de hombres y mujeres son diferentes, si hay diferencias en las bacterias que habitan tipos distintos de ombligos (los que están "padentro" y los que están "pafuera")…

Yo me quedé con las ganas de saber más, desde luego, y de agarrar un bastoncillo y conocerme a mí misma como nunca sospeché que podría…. Así que nada más volver del congreso me metí en su página web:

http://www.yourwildlife.org/

¡Altamente recomendable! No sólo por el tema de los ombligos, sino porque cuenta muchas más cosas: tiene posts sobre las hormigas de los jardines estadounidenses; sobre lo que habita en las casas: ácaros, chinches y bacterias, la biodiversidad con la que vivimos pero de la que no nos acordamos; el top-ten de organismos que viven en Lady Gaga (y en tí); sobre ratones cantores, evolución y nuevas especies….

Este es uno de mis favoritos (me he tomado la libertad de traducirlo):

Tú eres la Última Gran Frontera

"Tengo una teoría, pero primero será mejor que te quites la ropa. Venga, hazlo en algún sitio privado, como tu habitación. De hecho, no me importa dónde lo hagas. En la cocina si quieres, o en el salón. Quédate ahí, de pie, y piensa en tu vida. Estás solo.

Bueno, casi. Están los ácaros que viven en tu frente. También compartes tu vida con los cientos de especies de bacterias que viven en tus tripas, boca y por todas partes. De hecho, las células de bacterias que viven en ti - y dentro de ti - probablemente superan en número a tus propias células. Ah, y no te olvides de los hongos que viven en tus pulmones y en tu pelo. Pensándolo bien, puede que incluso tengas un gusano o dos reptando por tus intestinos. Muchos de nosotros los tenemos. La verdad es que, incluso cuando estamos desnudos, recién duchados y limpios, tenemos compañía. Miles de especies viven en un cuerpo humano medio vivo - el tuyo, el mío, incluso el de una persona que se tropiece contigo accidentalmente en el autobús. Nunca estás solo.

Lo más sorprendente de la amplia variedad de vida que vive sobre nosotros es que, hasta hace bien poco, no sabíamos que estaba ahí. Y hasta hace menos pensábamos que era, ejem, mala - gérmenes, el tipo de cosas que debíamos eliminar. Incluso si sabemos que una especie vive sobre nosotros, lo normal es que no sepamos gran cosa sobre ella. Nada, de hecho. Se podría decir que nuestros cuerpos son los hábitats menos estudiados de la Tierra, una de las últimas grandes fronteras del conocimiento. ¿Por qué aunque cada año se dedican billones de dólares en investigación centrada en el ser humano, somos aún tan ignorantes con respecto a las especies que viven sobre nosotros? Tengo una teoría."

Rob Dunn

(Podéis descargaros el resto en pdf en http://www.yourwildlife.org/2011/06/you-are-the-the-last-great-frontier/ - en inglés, me temo)
…………….
Después de esto, mi curiosidad aumenta pero también mi conciencia sobre lo importante de TODO tipo de biodiversidad, incluso la que no vemos, incluso la que no tenemos en cuenta, incluso la que parecía "mala", que había que limpiar…. Creo que a partir de ahora empezaré a mirarme más el ombligo, y a pensar en mis compañeros/as de viaje (aunque las bacterias no tienen género, la reproducción asexual es lo que tiene…), y reflexionar sobre mi nueva condición de ecosistema único que hay que conservar ;-)!

martes, 4 de octubre de 2011

Hakuna Matata: Crónicas de Sudáfrica

Hace unos días regresé de una pequeña estancia en Sudáfrica, donde intenté combinar (creo que con éxito) investigación y vacaciones. Mis anfitriones fueron María Miranda, antigua compañera en el IREC, que está allí de postdoc en la Universidad de Witwatersrand; y Fred Dalerum, investigador de la Universidad de Pretoria, con quien estoy intenando desarrollar una de mis líneas de investigación, la de los animales excavadores.

Estas son las crónicas de ese viaje:
............

Una de las cosas que chocan al llegar a Sudáfrica es ¡que el paisaje es igualito al del centro-sur de España! Ahora está terminando la época seca, que en este caso es el invierno, por lo que la vegetación está prácticamente como la del centro de España ahora mismo - agostada, seca, con algunos arbustos y árboles que resisten aislados o que se concentran en bandas de matorral a la orilla de las sierras. Pos vaya.....¿acabo de recorrer 13000km y todo es igual que cuando despegué? Si te acercas un poco ves que las plantas no son exactamente las mismas, que tampoco los son los cultivos, y que no hay gorriones, sino "hadidas", que no son zapatillas, sino un tipo de ibis gordote que forma bastante jaleo y está por todas partes. Hay evidencias de bastantes incendios, que no me queda claro si son parte de la gestión, por descuido o por razones ocultas; pero se puede intuir que cuando lleguen las lluvias todo cambiará y el paisaje se volverá más verde y "africano" (el daño que hacen los estereotipos, los prejuicios y la ignorancia, incluso aplicados al paisaje!).

El primer día fue un poco de toma de contacto, con cena en un sitio “típico” incluida, el restaurante “Carnivore”: carne de cocodrilo, carne de impala, salchichas de Kudu….. La verdad es que nos costó un poco encontrar el restaurante, experimentando el maravilloso tráfico de Johannesburgo… Lo más interesante llegó el domingo….. Lo primero, amanecimos a las 6:00 para ir a escalar a la “Sierra” de Magaliesberg. Se trata de una zona con varios cañones creados por arroyos más o menos grandes.  La verdad es que es una zona fuera de los circuitos convencionales (de hecho hay que pertenecer al club de montaña para entrar), con grandes árboles junto al arroyo … se estaba muy fresquito…. hasta que “la valiente” de Lucía accedió a que la iniciaran en la escalada….. y empezaron los sudores. Fred iba delante, marcando la ruta, y luego iba yo, seguida muy de cerca por Eddie (un sudafricano de pura cepa). Al principio la pared tenía vegetación cerca y salientes relativamente anchos, por lo que la afronté bastante animada y sin demasiada dificultad. Sólo había una parte un poco más complicada, pero Eddie me ayudaba a decidir dónde poner los pies, y creo que no tardé mucho en llegar al arbolito que marcaba la plataforma donde haríamos la primera parada….. a unos 20m del suelo!! Aggh, menos mal que según subía no me dio por mirar para abajo, porque cuando al fin llegué a la plataforma (de 1m por 50cm, por cierto, para 3 personas!) y vi las copas de los árboles allá abajo… fue una mezcla de adrenalina, satisfacción, impresión por el paisaje….eso sí, sin dejar de agarrarme fuerte a la roca, me tuvieron que obligar a sentarme y descansar – porque lo peor estaba por llegar. Estábamos, literalmente, colgados en medio de la pared rocosa y había que seguir hacia arriba…. Buf…. “¿y ahora más y peor?”, pensé…. Pues nada, no había más remedio que seguir subiendo por la roca, salvando esquinas, arbustos y una zona muy lisa donde el pobre Eddie si que me tuvo que ayudar porque simplemente era incapaz de izarme (ir para abajo no era una opción). Finalmente, con los codos, las rodillas, y casi los dientes llegué al árbol donde esperaba Fred. Acabé con los brazos y las piernas llenos de arañazos, pero con una extraña sensación, entre susto y orgullo de haberlo conseguido – unos 60m al final! Yo creo que no lo hice del todo mal, desde luego desde arriba parecía mentira que que hubiera sido capaz de trepar por esa pared como una lagarija! Ni que decir tiene que al día siguiente tuve agujetas por todas partes….

Tras este comienzo tan aventurero pronto nos fuimos hacia la zona de campo en Kimberley, que está justo en el centro del país, a unas 6 horas en coche desde Pretoria. El viaje fue lo más monótono que me he echado en cara en cuanto a paisaje. Si Antonio Machado dice que "Castilla es ancha y plana como el pecho de un varón", yo creo que esto es por lo menos la espalda.... ¡qué llanuras interminables!

Kimberley es la cuna de la minería de diamantes de este país y nos alojamos en el Museo McGregor, que es un edificio de madera bastante pintoresco. Parece ser que antes fue un hospital y hasta un convento, y tiene una curiosa mezcla de exposiciones sobre la fauna y flora y la arqueología de la zona, las principales religiones monoteístas, la historia de la ciudad, y una especial sobre la figura de Steve Biko, una leyenda del Black Power sudafricano y la lucha anti-apartheid, el que acuñó lo de "Black is beautiful" (lo negro es hermoso).

A partir del jueves empezamos el trabajo de campo. Por un lado, un estudio piloto sobre los animales que escarban para buscar alimento, que consiste en contar las escarbaduras y medirlas a lo largo de transectos (líneas) de 50m; y por otro ayudar a Fred con el proyecto que tiene en la reserva de Benfontein desde hace 3 años, en el que estudia a los lobos de tierra (aardwolves) y zorros orejudos (bat-eared foxes). Tiene unos cuantos con radiocollares, y está estudiando su ecología y comportamiento. Así que por el día nos dedicamos a medir escarbaduras en el suelo, y por la noche a buscar lobos y zorritos.

Los dos primeros días se nos dieron muy bien. Lo que hacíamos es que Fred conducía y yo me subía a la “bandeja” de atrás del pick-up y usaba un faro para ir iluminando y buscando a los animales. En algunas ocasiones buscábamos a algunos de los que tenían radiocollar usando un receptor de radio y una antena. Así, conocí a Amy la lobo de tierra (Fred no les tiene puesto nombres, los que mencione son todos de mi cosecha). Estos bichos son fantásticos. En realidad son un tipo de hiena (aunque no se ríen ni hacen ningún ruido), pero su dieta se compone de termitas y otros insectos, y se los comen rebuscando entre la hierba y lamiendo (!) el suelo. Tienen el pelaje rayado y un poco pinta de punkis con cara de buenos.

En nuestras incursiones nocturnas también nos topamos con otros bichos, como puercoespines, springhares, que son como kanguritos (las más lindas), varias especies de liebres y conejos, chacales y por supuesto los zorritos orejudos. Estos son geniales, de verdad. Suelen ir en pareja o en grupo, y también comen principalmente insectos y otros bichitos, aunque estos sí que escarban para buscarlos. Los zorritos son relativamente fáciles de localizar y seguir, ya que duermen en el suelo, no como los lobos de tierra, que se refugian en madrigueras durante el día (normalmente madrigueras de cerdo hormiguero....¡todo el mundo okupa las madrigueras de los pobres cerdos hormigueros!). Hemos podido observarlos corretear, comer, acicalarse... ¡uno hasta se echó a dormir delante de nosotros! Son la bomba.

Pronto se acabaron los fareos cómodos: a la tercera noche al pick-up que estábamos utilizando se le pinchó una rueda y tuvimos que empezar a usar al "Ghost": un Land Rover del 72 sin capota, en el que el fareo es toda una experiencia. Para empezar, como es casi como un tanque, Fred lo conduce sin piedad fuera de los caminos por encima de agujeros, termiteros y lo que se ponga por delante. Yo tengo que ir subida al asiento "surfeando" para mantener el equilibrio, el foco apuntando al lugar correcto y procurando no acercarme demasiado al esqueleto metálico del land rover, porque si te pegas un poco al mínimo vaivén acabas con unos moratones... Imagináos pues: de pie en el tanque ese, intentando mantener el foco fijo sobre un lobo de tierra que no para de correr.....En este caso un macho que teníamos que atrapar porque la pila de su collar estaba a punto de agotarse y había que reemplazarlo. Teníamos que acercarnos lo suficiente para que Fred le pudiera disparar un dardo tranquilizante y hacer el cambio intentando que no se enterara demasiado. El caso es que parece ser que es normal que los machos corran bastante y patrullen su territorio, pero este colega es especial. No sabía si llamarle Fermin (por Fermin Cacho), o Zatopec, o Forrest Gump, porque no paraba de correr! El tío iba corriendo, de repente se paraba, nos miraba y levantaba la cola y marcaba con orina lo que tenía más a mano (un termitero, un arbusto)..... Para mí que cada vez que levantaba la cola en realidad nos está haciendo burla...Y lo más gracioso es cuando de pronto se metía en la madriguera y se quedaba ahí, en la puerta, tomando el fresco..... Y nosotros a esperar... el domingo nos tuvo otra hora solo esperando.....  Hasta que pasó lo lógico, el lunes, después de la persecución de rigor y una espera de una media hora a que saliera de la madriguera se nos ocurrió que mejor nos íbamos a buscar unos zorritos majos y volvíamos después..... y el Land Rover se puso en huelga... No había manera de que arrancara y nos tocó caminar de vuelta a la casa de la reserva en mitad de la noche. ESTO es África, señores.

Como el Land Rover estuvo en el taller unos días (y el otro con la rueda pinchada, ¡recordad!), pudimos dedicarnos sobre todo a las tareas diurnas y conseguimos hacer bastantes transectos de escarbaduras. Este campo es muy distinto al que estoy acostumbrada en España... es raro que la vegetación esté seca pero que no haga calor, y es una gozada llegar a la zona de campo y cruzarte con avestruces con sus pollitos, ñus, cebras y varias especies de gacelas y antílopes. También había unas cuantas ardillas de tierra muy simpáticas y unas mangostas amarillas que se te cruzan cuando menos te lo esperas.

Durante los últimos días en Benfontein logramos terminar todos los transectos que nos habíamos propuesto y procesar las muestras de hojarasca en el laboratorio. Cuando los coches lo permitían, buscábamos a Zatopec, alias “Forrest Gump”, alias “El Cansino”. Las últimas noches fueron especialmente frías (¡con leotardos, leggings Y pantalones!), y Fred conducía especialmente rápido entre agujeros y termiteros…. no recuerdo cuando dejé de contar los moratones.

Por desgracia no hubo suerte, lo intentamos de mil maneras, le esperamos, le perseguimos…. Pero al bicho no le apetecía y esta vez no pudo ser. Por lo menos el frío tuvo su recompensa, pues puede ver otro puercoespín, esta vez más de cerca, y también a la estrella de la reserva - ¡UN CERDO HORMIGUERO! Es un animal tan raro, que me parece precioso en su rareza, con andares bamboleantes al principio pero una velocidad sorprendente cuando decidió que ya le había enchufado bastante con el foco y se echó a correr.  Para mi compensó con creces el fracaso en atrapar al lobo de tierra corredor.

En resumen, abandoné Kimberley bastante satisfecha de haber podido conocer un lugar tan distinto, con animales tan nuevos para mí y tan interesantes, y además un buen puñado de datos bajo el brazo que espero nos lleven a desentrañar un poquito los mecanismos ecológicos que actúan en zonas áridas como esta.

Y entonces, por fin, VACACIONES!!!! Tuve la ocasión de pernoctar con sólo una esterilla, un saco y un techo de estrellas en una de las zonas más "salvajes" en las que he estado, ¡con despertar de babuinos ladrones de patatas fritas incluido! Era otra parte de la "sierra" de Magaliesberg, una zona preciosa, con grandes rocas de arenisca que el viento ha modelado con formas caprichosas, matorral bajo y alguna acacia, y grandes grietas que surgen de repente formando acantilados bastante espectaculares, de paredes verticales, con frondosos bosques en el fondo donde habitan no solo los babuinos sino otros monos más simpáticos – vervet monkeys en inglés – pero más tímidos. En lo alto, en la zona de rocas expuestas, pudimos entrar en la intimidad de una familia de damanes (rock hyrax) con nuestros prismáticos, y también nos observaba un klipspringer, una especie de pequeño antilope, del tamaño de un perro.

La siguiente, y última, etapa del viaje fue la más “de guiris” pero, qué queréis, no pude evitar pasarlo como una enana. Fuimos a la reserva de Pilanesberg, que solo está a unas 3 horas de Johannesburgo, pero es bastante grande (250 000ha) y estaba sorprendentemente bien pese al volumen de visitantes que recibe. En Pilanesberg nos quedamos en un camping justo fuera de la reserva que era casi calcado a los campings en España (menos en los acontecimientos mañaneros, más adelante lo entenderéis). El camping nos servía de base para visitar la reserva mediante un "safari".

El “safari” consiste en que pagas para entrar en la reserva, compras un mapa, y puedes ir tú solo con tu coche recorriendo los caminos. Eso sí, tienes que estar de vuelta a las 18:30, que es cuando anochece y cierran las puertas. Si no llegas a tiempo, te ponen una multa. Nada más empezar por el camino elegido nos encontramos unas cebras muy majas, y unos ñus, y como a los 10 min el primer encuentro espectacular. Según iba subiendo una cuestecilla vi algo peludo por el rabillo del ojo que se quedaba más abajo, a mi derecha; giré la cabeza incrédula (mi cerebro decía “¡gato!”),  y logré ver de cuerpo entero y mientras que se adentraba tranquilamente entre la maleza a un señor ¡LEOPARDO! Casi se me para el corazón. Alcancé a farfullar algo a María para que mirara en la dirección correcta mientras metía marcha atrás para ponerme a la altura del camino por donde había desaparecido…. Pero fue inútil… Se perdió entre la maleza y María no pudo verlo.

Seguimos adelante, comentando la suerte que había tenido, y cuando ya se me estaban bajando las pulsaciones, al tomar una curva, paré el coche en seco: ¡¡dos “peaso” de rinocerontes blancos atravesados en el camino!! María decía: “Y ahora que hacemos, no te explican que hacer en estos casos… ¿damos marcha atrás?” Y es que encima los se pusieron a caminar hacia nosotras! Menos mal que  pronto giraron hacia la izquierda y siguieron su camino, pero tan panchos, eh, no te creas que tenían prisa….. De momento no ganábamos para sustos, pero no iba a ser el último. Seguimos por los caminos, viendo bastantes ñus, impalas, kudus, un chacal, más cebras, y disfrutando del atardecer. Nos quedaba media hora para el toque de queda cuando nos encontramos con un atasco de coches! Resultó ser una leona con dos cachorros  que nos tuvo entretenidos a unos cuantos coches durante un rato. Nos costó bastante detectarlos porque se camuflan realmente bien entre la hierba seca, pero una vez que los vimos la verdad es que eran preciosos, y se oía a los cachorros hacer ruiditos y retozar. Embobadas con los “peluches” de pronto alguien nos recordó que teníamos que volver YA o nos pondrían una multa. Salimos pitando, calculando que llegaríamos sin problemas cuando, de repente….. ¡UN HIPOPOTAMO CRUZANDO LA CARRETERA!  Aaagh!! Paré casi en seco y otra vez tuvimos que esperar a que el señor cruzara tranquilamente y ya no diera miedo seguir adelante. Otra vez, casi en plan rally (bueno, rally a 40km/h, que era el límite de velocidad de la reserva) seguimos la carretera y empezamos a unirnos a más coches que también llegaban a última hora.”Ah, ya llegamos sin problemas”, pensamos. ¡Ja! De pronto nos topamos con otro atasco – “¡qué estará mirando la gente, nos van a multar a todos!” – mirando no…..es que otro grupo de animalejos estaba cruzando la carretera - ¡UN GRUPO DE ELEFANTES! Doble aaaagh!!! ¿por qué todos los bichos que se nos cruzaban eran tan grandes? ¿No podría haber pasado alguna lagartija, alguna ardillita? Pues nada, a esperar… y sin ver nada, porque cada vez estaba más oscuro y no quedaba claro donde estaba cada elefante exactamente. Estábamos bien pegaditas al coche de adelante, resignadas, cuando, de pronto, miro por la ventanilla de María, a la izquierda y veo un ojo….. ¡de otro elefante! Dos de los de la comitiva, que andaban rezagados pasaron muy, muy cerquita del coche. La verdad es que son impresionantes.

Pasado un rato la manada terminó de cruzar y unos cuantos coches llegamos unos 20min tarde a la puerta del parque, pero creo que consideraron que teníamos una excusa “de peso” para llegar tarde y no nos multaron. María y yo llegamos muy agitadas al camping, contándole a Fred todos los “encuentros” que habíamos tenido, y creo que sobresaltando a medio camping con nuestras exclamaciones y los gritos de emoción.

A la mañana siguiente nos intentamos levantar algo temprano para ir a dar una última vuelta por a reserva. Aquí las mañanas tienen su intríngulis, y en este camping lo típico es que te visiten varias “pandillas”, en un orden muy determinado. Primero, sobre las 5, aparecen los pájaros con cánticos “no muy melodiosos” (según María) – más bien estridentes, diría yo. Luego llegan los tranquilos impalas, que van pastando entre las tiendas y de hecho se quedan a dormir en el camping. Más tarde, también haciendo un ruido considerable, un grupo de babuinos bastante gamberros. Revuelven y cotillean todo lo que encuentran  su paso – menos mal que como habíamos aprendido la lección teníamos la comida a buen recaudo en el coche. A estos de hecho les tienen que “invitar amablemente a irse” los guardas del camping. Cuando parece que todo vuelve a la tranquilidad, aparecen los siguientes visitantes. Según estaba recogiendo la tienda, veo una mangosta. Luego, otra, y otra, y otra….. No exagero si os digo que en cuestión de 3 minutos estábamos rodeados de unas 30 mangostas buscando un botín. Parecían “la marabunta” – llegaban en tropel, miraban, y si no había nada, con la misma se iban. La ronda de visitas se terminaba con otra tanda de pájaros, esta vez menos ruidosos, que incluían unas cuantas gallinas de guinea. Y no sé si después había más turnos de visita, porque sobre las 7:30 estábamos ya en la reserva, listos para nuestro último safari.

Hay que decir que al pobre Fred le arrastramos un poco, pero nos vino genial, porque al rato de llegar detectó a los que sería las estrellas del día: dos cachorros de caracal, algo creciditos ya, que se desperezaban tranquilamente junto a un arbusto. Supongo que estarían esperando a que su madre llegara con el desayuno, porque tenían cara de sueño. Estaban perfectamente camuflados y lo que realmente nos daba una pista sobre su presencia eran los pelillos negros que les sobresalían de la punta de las orejas formando una brocha. Dos especies de felino en menos de 24 horas…. ¡Eso es suerte y lo demás son tonterías! A parte de ese encuentro la mañana fue mucho más tranquila que la noche anterior. Pudimos ver un montón de cosas: jirafas, más rinocerontes e hipopótamos (esta vez a una distancia más cómoda), ñus, impalas, avestruces, springbok…. Y unas cuantas aves de propina, aunque la verdad es que desde el coche lo de avistar aves no es tan fácil. Pero como final de viaje no estuvo nada mal....

Las últimas horas en Sudáfrica fueron de reuniones y despedidas, y planes para una potencial vuelta en el futuro.... si conseguimos finaciación. Sería estupendo poder completar la información que tenemos con datos de la época de lluvias. Esperemos que pronto podamos escribir el próximo capítulo.